Crisis de la actividad económica tradicional
Crisis del comercio y la pesca
El descenso de producción afecta, evidentemente, al comercio, dentro de un engranaje político, el de la monarquía hispana, francamente en declive. Y a nivel local, Bilbao desplaza a Donostia como puerto comercial, que hasta 1682 no logra crear su propio Consulado.
Por otro lado, la caza de la ballena comienza a perder importancia tras el desastre de la llamada Armada Invencible, en la que se hundieron muchas naves requisadas para la guerra, en el momento en que el control de tierras y mares de América del Norte pasa a Francia e Inglaterra. El Tratado de Utrecht en 1713 hizo desaparecer la presencia vasca en aguas de Terranova, aunque para entonces la pesca tampoco era ya un gran negocio.
Resurgimiento del corso
La disminución del comercio y la necesidad de recursos, convierten a la provincia de Gipuzkoa en la zona corsaria por antonomasia. El corso llegó a alcanzar tal importancia que en 1621 se reglamentó su ejercicio, ya que la Corona participaba de los beneficios.
Más información en “Corsarios y Piratas” (colección Bertan).
Comercio Monopolístico
Otra solución fue crear el Consulado de San Sebastián, cuya máxima aportación fue el apoyo a la gestación y desarrollo de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, en 1728, con participación de la Corona. Ésta también obtenía la protección de las costas de Venezuela, ya que los barcos de la Compañía iban armados. Constituida bajo la forma de sociedad accionarial, revolucionó la economía de la provincia, reactivando la importación (cacao y otros productos coloniales) y la exportación de productos, principalmente hierro, y la construcción naval (con todos sus oficios aparejados) para su considerable flota. La rentabilidad de la compañía permitió una gran acumulación de capital en manos de la burguesía comercial guipuzcoana; pero paulatinamente fue decayendo. A partir de 1785 se refunda como Compañía de Filipinas, con menor éxito.
Evolución de la construcción naval
Las naves de la Compañía de Caracas respondían a la evolución de la navegación y de la arquitectura naval del siglo XVIII, con buques más largos y técnicamente perfeccionados, de la mano principalmente del mutrikuarra Gaztañeta. Hasta tal punto eran adelantados que los barcos resultaban el mejor botín de sus adversarios y eran copiados en Londres y Holanda.