Astilleros y armadores
Como ocurre con el caserío, la construcción naval en Gipuzkoa refleja la evolución económica y social de la Provincia. En efecto, la construcción naval guipuzcoana pasa Replica Watches por varios estadios, partiendo de las naves que conjugan remos y velas en el siglo XII, hasta otras formas navales más evolucionadas y de mayor capacidad de navegación. Estos cambios serían ya perceptibles en el siglo XIII, donde, si bien las naves de bajura y cabotaje (pinaza, ballenera, chalupa y batel) siguen usando los remos, se avanza ya en la construcción de embarcaciones de gran porte propulsadas únicamente a vela. Esto derivará en el empleo de arboladuras fijas, cada vez más complicadas y con más palos, y desembocará en el timón de codaste y la popa recta, terminando con la simetría en los diseños de la nave. A su vez, a medida que las embarcaciones, cocas fundamentalmente, permiten una mayor autonomía en los viajes, se evolucionará a mayores tamaños tanto en las naves, como en las velas y los castillos de las cubiertas.
El desarrollo constructivo naval es parejo al de las villas, no sólo por el aumento de un grupo social vinculado a la construcción de barcos y todos sus complementos (serrerías, cordelerías, telares para velas, ferretería de todo tipo…), sino por la regulación de la explotación forestal para garantizar suministros, la creación de ferrerías que garanticen herramientas, etc. Asimismo, este desarrollo tiene sentido en la medida en que aumenta el transporte y comercio que hace uso de las embarcaciones, con lo que supone de aumento de arriería, de construcción de caminos, de un grupo mercantil dedicado a la compraventa a pequeña y gran escala, producción de alimentos (sidra incluida) para abastecer al cada vez más numeroso sector de población que no se dedica a la agro-ganadería… Afecta, pues, en mayor o menor medida, a todo el territorio, no se limita a la costa.
Será a finales del siglo XVI, con las pesquerías y comercio trasatlánticos, cuando el litoral guipuzcoano conozca una expansión en el ramo de los astilleros. En un primer momento se da la proliferación de gradas constructivas en la desembocadura del Urola, en torno a Zumaia, en Deba y en Mutriku. Posteriormente, en los últimos años de siglo, se constata la ocupación del estuario del Oria y de la bahía de Pasaia y la ría del Oiartzun por multitud de centros constructivos. Los grandes portes (galeones, navíos de línea y fragatas) y la diversificación de la tipología son las principales características de una época marcada por el abastecimiento a la Armada Real, a la Flota Real en general, al comercio americano y, más tarde, a las Compañías Comerciales (Caracas y Filipinas, ya en el siglo XVIII).
En el siglo XVII, la aportación naval guipuzcoana es ante todo técnica, más que cuantitativa. En la segunda mitad del siglo se ponen en cuestión los métodos tradicionales de construcción. Se dan cambios en las proporciones y los trazados, y comienza a destacar el pensamiento y los diseños de Antonio de Gaztañeta. La dinámica de guerras en las que se inserta la política exterior de la Corona española consume la mayor parte de los recursos navales, lo que lleva a una reconstrucción de la Armada, en la que también participan los astilleros guipuzcoanos. Es una época de construcción de inspiración francesa, en la que los galeones son sustituidos por los navíos de línea. La destrucción de los astilleros pasaitarras por las tropas francesas en 1719 incidió en el desplazamiento hacia Cantabria de la actividad productiva patrocinada por la Corona, siempre bajo la dirección de Gaztañeta. Aún y todo, entre 1713 y 1730 en Gipuzkoa se construyeron 31 embarcaciones.
Desde 1729 se habla ya de un cambio de orientación en los criterios constructivos, ahora de vocación inglesa, bajo la inspiración de Jerónimo Aizpurua Etxebeste y los auspicios del Marqués de la Ensenada. En este cambio se prima la optimización de los recursos y la mejora en los ritmos de producción. En estas innovaciones destacaron los Aizpurua, ya instalados en Pasaia, saga familiar que construye naves hasta el siglo XX. Buen ejemplo lo constituye el buque “San Martín” (1746), en el que colaboran Juan Arizmendi, Nicolás Aizpurua y Manuel Aizpurua.
Los astilleros de estos siglos no eran naves industriales tal y como las hemos conocido en el siglo XX, sino espacios al aire libre, a salvo de las mareas vivas y el oleaje, en los que se rolex replica ensamblaban las naves. Un tinglado a modo de cubierta, y una grada -un plano inclinado para facilitar las labores-, son los únicos elementos arquitectónicos. El canal, muelle y rampa utilizados por la Compañía de Caracas en el pasaitarra barrio Bizkaia, de Donibane, pueden ser un buen ejemplo de ello.