El derribo de las murallas y primer ensanche donostiarra

“Parte del plano que fue aprobado" (Proyecto del ensanche de San Sebastián.1865)
 “San Sebastián (España, Gipuzkoa), baños de mar, bahía, antes de 1863” (Didier Petit de Meurville)
“Vista general de San Sebastián, donde tuvo lugar la entrevista entre la reina de Inglaterra y la reina de España” 1889

El carácter de plaza fuerte militar de San Sebastián suponía una grave limitación para su desarrollo urbano. Las necesidades militares impedían el crecimiento no sólo del recinto murado, sino también del barrio extramuros de San Martín, porque un hipotético enemigo podría hacer uso de las edificaciones que se construyeran frente a la muralla.

Tras la Primera Guerra Carlista, el crecimiento de la población donostiarra hizo plantearse a las autoridades la necesidad de derribar la muralla. A mediados de siglo, San Sebastián tenía unos 15.000 habitantes, de los cuales unos 10.000 vivían en el recinto amurallado, de unas 10 hectáreas de superficie, y el resto, en los barrios de San Martín, Antiguo, Astigarraga, Herrera, etc. Ante la necesidad de espacio para desarrollarse, el 22 de abril de 1863 se autorizó el derribo de las murallas, pues, según la Real Orden, la ciudad dejaba de ser plaza de guerra. El derribo resultó algo más que un desahogo en la ocupación del espacio, fue el verdadero motor del desarrollo urbano, económico y social de San Sebastián.

Aquel mismo año se convocó un Concurso de Proyectos de Ensanche para la ciudad. Conforme al plan inicial del arquitecto Antonio de Cortázar, ganador del concurso, la superficie del Ensanche y sus ampliaciones ascendería a 70 hectáreas. Dos años más tarde, en 1865, se iniciaba la construcción del “Ensanche Meridional de San Sebastián”, no exenta de polémicas. El proyecto de Cortázar preveía iniciar la construcción de edificios inmediatamente a continuación de la vieja ciudad; pero surgió una propuesta de crear una alameda que dejaría un espacio público entre la parte vieja y el nuevo ensanche. La polémica dividió a la ciudad en dos bandos. Alamedistas y antialamedistas publicaron numerosos folletos a favor de sus respectivas propuestas. Finalmente, tras un empate en la votación municipal, el voto del alcalde decidió la creación de una alameda, el actual Boulevard.

El segundo ensanche, también de Cortázar, se construyó entre 1873 y 1882, y llegó hasta la calle Prim. El tercer ensanche lo proyectó y realizó el arquitecto Goicoa, entre 1883 y 1886,  hasta la calle Easo. En 1894 se iniciaron las obras del Ensanche de Gros o de la Zurriola, en los arenales que se extendían entre el río Urumea y la ladera del monte Ulia. Posteriormente, una primera fase de desarrollo industrial llevó a la urbanización de la ribera derecha, con los barrios obreros de Gros y Egia, al tiempo que se urbanizaba la ribera izquierda, el actual barrio de Amara.
 

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