La Convención en San Sebastián

Plano del puerto y la rada de Getaria, España. 1794.
Uniformes de los "Chasseurs Basques"
Consistorio de la ciudad de San Sebastián : construido bajo la dirección del Arquitecto Hércules Torrelle en 1718

El 7 de marzo de 1793, la Convención francesa declaraba la guerra a la España borbónica. Era el culmen de varios meses de tensión, en los cuales las Juntas Generales fueron fortaleciendo y armando la frontera. La entrada de las tropas francesas en abril llevó al desmantelamiento de la muralla y del castillo donostiarras para que sus cañones defendieran el Bidasoa, donde se impidió momentáneamente la entrada a los franceses. En agosto, no obstante, éstos entraron por Navarra y tomaron Irun y Hondarribia. La Diputación abandonó San Sebastián y se trasladó a Getaria. Los franceses avanzaban y, aunque la Provincia no fue ocupada en su totalidad, San Sebastián, desarmada, capituló el 4 de agosto de 1794. La entrega sin defensa militar alguna llevó al ministro de Carlos IV, Godoy, a recriminar el entendimiento guipuzcoano con los franceses, alegando, entre otras cuestiones, la interrelación comercial, cultural y hasta política de la ciudad con Francia. Las acusaciones se vieron reforzadas por el hecho de que la Provincia figurase entre las reivindicaciones mantenidas en las conversaciones para poner fin a la contienda.

El 14 de agosto, la Junta General reunida en Getaria preparaba un convenio con Francia, por el cual Gipuzkoa se constituiría en un estado libre y neutral bajo protección de la República Francesa. Los franceses no obligarían a Gipuzkoa a la entrega de sus armas y no se mezclarían en sus asuntos de gobierno. A cambio, la Provincia colaboraría con las tropas francesas. Aunque en un primer momento pareció que los convencionales aceptaban, al fin sólo ofrecieron admitir a Gipuzkoa como territorio integrante de la República Francesa. La negativa acarrearía el tratamiento de país conquistado. Asimismo, los representantes de la Convención disolvieron la Junta de Getaria, encarcelaron a varios junteros y sustituyeron el consistorio de San Sebastián por una Comisión de doce miembros, de los que sólo uno era donostiarra.
    
La reacción a la conquista fue la huída de numerosos habitantes y el abandono de casas. En respuesta, los franceses requisaron bienes, obligaron a abrir comercios para garantizar el abastecimiento de las tropas, arrestaron a los clérigos y precintaron iglesias y conventos. En abril de 1795, algunos ayuntamientos que habían sido suspendidos fueron restablecidos, aunque seguían bajo la vigilancia de una administración superior afrancesada. La situación se mantuvo así hasta que el 22 de julio se firmó la Paz de Basilea, publicada el 5 de septiembre de 1795.
    
Las consecuencias para San Sebastián, sin embargo, no terminaron con la guerra. Las acusaciones de Godoy de connivencia con el francés en la capitulación de agosto de 1794 provocaron la instrucción de un proceso militar en Pamplona. Fueron detenidos los oficiales y jefes de la guarnición donostiarra, los miembros de la corporación de 1794, así como numerosos vecinos, a los cuales se condenó al destierro, a la privación perpetua de cargos municipales, la pérdida de empleo en el caso de los militares, varias penas de cárcel e incluso un ahorcamiento, el del vecino prófugo José Javier Urbiztondo.

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