Enfrentamiento por la capitalidad: Tolosa versus Donostia

"Vista de Tolosa" (Richard Bentley.1845)
"Vista parcial de Tolosa" (Thomas Lyde Hornbrook 183?)
“San Sebastián” (Blanche Hennebutte)

Durante el Antiguo Régimen no existió una capital en Gipuzkoa, ya que el sistema foral había establecido que la Diputación se fuera turnando entre las denominadas cuatro villas de tanda, Donostia, Tolosa, Azpeitia y Azkoitia. En el siglo XIX, cada vez que el liberalismo triunfaba y establecía un sistema provincial siguiendo el modelo francés de departamentos, Donostia se convertía en la capital; pero, tras el restablecimiento foral de 1844, la enemistad de la oligarquía provincial con la burguesía progresista donostiarra llevó a establecer la Diputación, y con ella la capitalidad, en Tolosa.

La lucha por la capitalidad, pues, fue una muestra más de las tensiones entre los notables rurales, defensores del sistema foral, y la burguesía donostiarra, favorable a la instauración del sistema liberal. Durante la Francesada, las nuevas autoridades napoleónicas convirtieron a San Sebastián en la capital del “Gobierno de Vizcaya”, que comprendía, además del territorio de mismo nombre, Gipuzkoa y Álava. La restauración absolutista volvió a restablecer el sistema foral. Durante el Trienio Liberal, Tolosa se impuso como sede de la Diputación mientras se aprobaba la nueva división territorial. Sin embargo, a su aprobación, en enero de 1822, San Sebastián fue nombrada capital de Gipuzkoa. Esta capitalidad duró un año, puesto que con la nueva restauración absolutista se volvió al sistema de villas de tanda.

Tras la muerte de Fernando VII, estalló la Primera Guerra Carlista. Una nueva división provincial proveniente de la regencia de Mª Cristina, madre de Isabel II, otorgó la capitalidad a Donostia; pero las Juntas ignoraron la orden y propusieron la traslación de la capital a “un punto céntrico, guarnecido y fortificado como lo eran Tolosa o Villafranca”. El desarrollo de la guerra convirtió, de facto, a San Sebastián como única capital posible para las autoridades liberales. Al fin de la guerra, se volvió a abrir la discusión entre la Diputación, instalada en Tolosa y partidaria de trasladar la capital a esta villa, y el ayuntamiento donostiarra, defensor del mantenimiento de la capital en la ciudad de mayor población –cerca de 10.000 habitantes, frente a los 6.000 de Tolosa- y mayor volumen de contribuciones.

Las luchas entre moderados y progresistas en el gobierno español eran decisivas a la hora de dilucidar en qué población se establecía la capital. Durante la Regencia de Espartero (1841-43), el gobierno progresista se posicionó a favor de las tesis donostiarras; pero la oposición de la Diputación impidió que se tomara la decisión definitiva. Con la llegada de los moderados al poder en 1844, un decreto estableció la capitalidad de Gipuzkoa en Tolosa, muestra de que  los notables rurales habían recuperado su influencia en el poder provincial. San Sebastián tuvo que esperar hasta 1854 para que, con la llegada al poder de los progresistas, se estableciera definitivamente la capitalidad en la ciudad costera.

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