El coto minero de Arditurri

Sección de la mina romana de Arditurri © Fundación Arkeolan
 Mineral de plata
Lucerna de aceite para la iluminación

Arditurri ha sido conocido por las últimas generaciones de la comarca simplemente como “Minas”, un nombre bastante esclarecedor. Sin embargo, las recientes investigaciones van más allá del aspecto actual y han dejado al descubierto un interesante y sobre todo antiquísimo conjunto, recordando la importancia del lugar ya en época romana. Para dar cuenta de la magnitud de lo excavado, el ingeniero Thalacker, en 1803-04, calculaba asombrado que 400 hombres cavando durando 200 años no habrían sido capaces de horadar las 42 galerías y 82 pozos que llegó a contar. Aunque suponemos que antes de la llegada de los romanos los habitantes de la zona ya explotaban el lugar, se puede poner en relación la magnitud de las obras en estas minas con el desarrollo de la civitas de fake rolex Oiasso, en el Bajo Bidasoa. Los romanos dirigieron su interés hacia la galena argentífera, con el fin de obtener plata de ella. Las galerías conservadas de esa época presentan dos tipos distintos: cuando el filón era visible, se procedía a seguir picando en su dirección, para pasar luego a normalizar las paredes mediante galerías ovales de 2 metros de alto por 1 de ancho, iluminadas con lámparas de aceite; cuando había que buscar el filón, las galerías se excavaban con una pendiente pronunciada que se iba salvando con escalones, hasta encontrar el mineral, y entonces se abría una nueva galería para acceder a él. El ocaso de Roma supuso un cambio de orientación en la explotación, y en la Edad Media el mineral que se busca y extrae es el hierro, para alimentar las ferrerías del valle. Tras siglos de inactividad, a finales del siglo XVIII es la familia Sein, del propio Oiartzun, quien retoma las labores extractivas, con la expectativa de obtener plomo. En 1830 el coto minero recibe un nuevo impulso, esta vez por parte de la Compañía Guipuzcoana de Minas, lo que supuso la pérdida de buena parte de las galerías anteriores. A principios del siglo XX la Compañía Chavarri Hermanos consigue la concesión de la mina, construye un ferrocarril y allana el terreno de la manera que se puede contemplar hoy en día. Hasta 1965, el recorrido finalizaba en el puerto de Pasaia, donde existía una gran infraestructura final, el cargadero. Fluorita y blenda son los minerales protagonistas de esta última aventura minera, que se obtienen no en galería, sino en las canteras al aire libre de Santa Bárbara y Otsamantegi. Este mismo recorrido es utilizado hoy en día como bidegorri (carril bici). Las minas están abiertas al público y acondicionadas para la visita.

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