Muralla militar de Hondarribia

Castillo de Carlos V (Hondarribia)
"Plaça de Fuenterrabía" (Leonardus Ferraris. 1640) © Martín Yzaguirre
Vista general de la ciudad amurallada © Gorka Aguirre

La muralla es un elemento característico de las villas, tanto defensivo como simbólico, ya que  marca la diferencia (económica, jurídica, etc.) entre la población que reside en su interior y la del exterior. En Gipuzkoa, gran parte de ellas se fueron integrando en el tejido urbano a medida que perdían funcionalidad, o fueron derribadas en el siglo XIX para responder a las nuevas necesidades urbanísticas (caso donostiarra); pero todavía quedan algunos vestigios, entre los que destacan, sin duda, los de Hondarribia.

Esta plaza estuvo sometida a multitud de sitios y ocupaciones, sobre todo desde la política de enfrentamiento de los Reyes Católicos y posteriormente los Austrias con Francia. Hasta mediados del siglo XV, Lapurdi pertenencia a la corona inglesa, y las relaciones habían sido por lo general pacíficas. A medida que los cambios de hegemonías en Europa producían conflictos, éstos hallaban su expresión en este rincón fronterizo, como lo demuestra el sitio sufrido ya en 1476. En el contexto de la conquista castellana de Navarra, también hubo sitios e invasiones en 1512 y 1521.

Sobre el estuario del Bidasoa, Hondarribia se hallaba parcialmente rodeada por el mar en las crecidas, mientras que en la bajamar el terreno montuoso y fangoso que quedaba a la vista impedía a los caballos andar con comodidad. A esta defensa natural se añadieron las murallas medievales y un castillo, con su correspondiente guarnición y alcaide, cargo regio encargado de la defensa del lugar. Él se ocupaba del mantenimiento del ámbito militar-defensivo de la villa: fortificaciones, guarnición, pertrechos, víveres, las relaciones con las autoridades civiles. Numerosas obras realizadas en la muralla estuvieron a su cargo.
    
La evolución técnica de las armas tiene su correspondiente evolución en la arquitectura militar de Hondarribia: en el siglo XVI, al igual que en el caso donostiarra, delante de la muralla medieval se construye una barrera que ejercerá funciones de escudo frente a una artillería cada vez más perfeccionada. Asimismo, se dota de cubos para las baterías de artillería propias. El resultado es un complejo sistema de muros, baluartes, cubos, fosos que ocupan mucho espacio y rodean todo el recinto medieval. Posteriormente, las estructuras sufrirán pocas modificaciones, a pesar de los proyectos planteados, y se centrarán más en el mantenimiento y reparación de las murallas. De esta forma, el estancamiento constructivo frente a la renovación armamentística fue dejando obsoleta la plaza de Hondarribia.

En todo caso, Hondarribia resulta ser un paradigma en la historia de la fortificación y sus fases, pues refleja el momento de transición entre la muralla medieval y los baluartes en los siglos XV y XVI; la consolidación de nuevos sistemas defensivos, en la segunda mitad del XVI; las reformas barrocas de esos recintos en el siglo XVII, especialmente tras el sitio de 1638, que incorporarán una serie de modificaciones relacionadas con las defensas exteriores; finalmente, la fase de abandono, iniciada en el XVIII y acentuada en el XIX.

Más información en: "Fortificaciones de Gipuzkoa: S. XVI-XIX" (Colección Bertan)



 

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