La guerra intermitente
El asedio a Hondarribia y el saqueo de la bahía de Pasaia (1638)
Hondarribia, desde su fundación como villa, resultaba de vital importancia estratégica, en primer lugar como salida al mar de Navarra, después como primera plaza fuerte de frontera. Ya en el siglo XIII sufrió un asedio, y en 1521 fue tomada por las tropas que pretendían recuperar Navarra. El sitio de 1638 la enmarca en el contexto europeo de la Guerra de los Treinta Años. Pese a la heroica resistencia de dos meses que le valió el título honorífico de Ciudad -a costa de mucha gente y enormes pérdidas materiales- evidencia el inicio del declive hispánico y la preponderancia francesa, ratificado en 1659 en el Bidasoa, con la Paz de los Pirineos. A nivel local, su resistencia tampoco impidió la destrucción de localidades del Bidasoa navarro y de todos los molinos y ferrerías y muchas casas de Irun, la quema de Errenteria y saqueo de la bahía pasaitarra, y una importante derrota naval en Getaria.
Planos de la plaza de Fuenterrabia © Archivo del Servicio Histórico Militar Profils de la fortresse de Fontarabie Portada de la obra “Sitio y socorro de Fuenterrabia" en 1638. (Juan de Palafox y Mendoza, 1667) Plaza fuerte de Hondarribia © Ayuntamiento de HondarribiaCambio dinástico y conservación foral
La muerte sin sucesor de Carlos II y nombramiento del francés Felipe de Anjou (Felipe V), propició una guerra entre las casas de Austria y de Borbón. No era una mera cuestión dinástica, puesto que interesaba a todas las potencias europeas en la medida en que en ella se dilucidaba el control de un imperio mundial, pese a su decadencia.
El nuevo monarca entró en la Provincia en 1701 y juró sus Fueros. La apuesta borbónica de los territorios vascos, al contrario que los de la Corona aragonesa (su regímenes forales fueron abolidos e integrados en la legislación castellana), propició que aquí los intentos de reforma política y económica no fructificasen de forma tan clara. Sin embargo, pronto se inició un proceso de unificación administrativa y territorial y creación de un mercado nacional. Entre otras medidas, destacó la propuesta de traslado de las aduanas del Ebro a la costa. La medida afectaba de manera especial a Bizkaia y Gipuzkoa, porque suponía el encarecimiento del trigo y dificultaba el contrabando, actividad muy extendida. Las protestas populares fueron inmediatas, y en 1718 dieron lugar a la primera “machinada”. Aunque se respondió con una fuerte represión, en 1723 se restableció el régimen aduanero anterior. Las instituciones provinciales, y la oligarquía que las dirigía, consiguieron salir fortalecidas, pues encauzaron el malestar popular frente a las pretensiones borbónicas para su propio provecho.
Berwik y la toma de San Sebastián de 1719
Tampoco tardó mucho Francia en oponerse al nuevo monarca y aliarse con su anterior enemigo inglés contra las pretensiones mediterráneas de los Borbones hispano-italianos. A consecuencia de ello, en 1719 las tropas cruzan el Bidasoa y toman las plazas de Hondarribia y San Sebastián. Pese al concepto de “guerra ilustrada”, relativamente respetuosa en comparación con los sitios anteriores, el territorio sufre las consecuencias.
Almanaque del año 1720 que conmemora las victorias del duque de Berwik en España Detalle del Almanaque de 1720 Detalle del Almanaque de 1720Guerras de mediados de siglo
La política internacional, con sus derivaciones militares, sigue dejando huella en la Provincia. Aunque el frente de batalla no se halle en su territorio, las levas de marinería motivan quejas importantes durante el XVIII. Las instituciones son capaces de aplacar los motines, y colaboran con el monarca en el paso de tropas y represión de prófugos y desertores. De hecho, aprovecharán para capturar a otros sujetos calificados de “indeseables” con los cuales cumplir los cupos de las levas y engrosar la infantería en Piamonte y Saboya.
Pistola de Caballería (1770-1780) Espada de Taza. Siglo XVII Pistola de chispa. Siglo XVII Despiece Arma de chispa. Museo de la Industria Armera (Eibar)La Revolución llega a Gipuzkoa
A finales del siglo XVIII, la Revolución Francesa llega con todas sus consecuencias bélicas y, sobre todo, pone las bases del gran conflicto del XIX: la lucha ya no es tanto de lucha territorial sino ideológica, entre quienes a un lado y otro de la frontera defienden el Antiguo Régimen y el Liberalismo.
En julio de 1794, las tropas de la Convención se hacen con el control de buena parte del territorio. Las autoridades guipuzcoanas intentan negociar una declaración de neutralidad y colaboración de la Provincia con la República a cambio de respeto a la religión y los fueros, instauración del orden, etc. Sin embargo, no todos los dirigentes provinciales están de acuerdo y en Arrasate se constituye una nueva Diputación que hace la guerra al invasor. En 1795 la Paz de Basilea devuelve Gipuzkoa a la Corona a cambio de la isla de Santo Domingo. Los que intentaron negociar con la República son tachados de traidores y se les culpa de la pérdida de la colonia caribeña; es más, toda la Provincia es tratada de traidora y se reclama la abolición de su régimen foral, asunto que en el siglo siguiente será clave para entender la evolución política y bélica en los territorios vascos.
Balance de fin de siglo
La enorme destrucción de la guerra afecta a un territorio muy poblado, con un modelo agrícola que ya no da más de sí, con una industria del hierro casi hundida, frenada la actividad comercial ultramarina y el consiguiente freno naval, con Ayuntamientos arruinados por los gastos bélicos que venden bienes de uso comunal aumentando la brecha entre ricos y pobres, con una Diputación endeudada por las obras de infraestructura viaria y con su sistema jurídico y político cuestionado en aras de la creación de un mercado unitario español y un régimen centralista. Consecuencia y a la vez agravante de todo ello, se expande el bandolerismo, de base social y económica, aunque en los años posteriores a veces se tiña de reivindicación política.