Conflictos entre linajes, bandos y villas

Como hemos visto, sobre los valles altomedievales, a partir del siglo XII, van a ir surgiendo las villas guipuzcoanas. Esto supuso el resquebrajamiento de los valles, a causa de la segregación de las aldeas convertidas en villas aforadas, acarreando enfrentamientos y pleitos entre las nuevas villas y valles controlados por la nobleza local.

En el territorio de Gipuzkoa se suceden entonces los enfrentamientos entre los linajes, de los linajes contra las villas, y de los linajes contra sus propios labradores. En vez de bandos, tal vez sería más acertado hablar de grupos de presión cuyos integrantes son de procedencia diversa, e integrados en diferentes alianzas dependiendo del conflicto concreto.

Ante la progresiva pérdida de influencia de los Parientes Mayores sobre el territorio, sus recursos económicos y sus gentes, los linajes optarán por una doble estrategia: por un lado, aliarse entre ellos contra el poder de las villas, y por otro, entroncar con las incipientes oligarquías urbanas. Esta segunda opción resultó más eficiente para la perduración y reforma de los solares mayores, lo que no evitó recurrir en principio a la guerra, tanto en Gipuzkoa como en el resto de territorios vascos.

Conflictos entre bandos y villas

Al mismo tiempo, el rey castellano supera la concepción de Gipuzkoa como marca fronteriza entre Navarra y Castilla, da a Gipuzkoa  una nueva organización económica y administrativa e  intentaba afianzar sus intereses en la Tierra de Gipuzkoa frente a la nobleza que controlaba los valles.

Así, las villas, aliadas entre sí y con la monarquía, triunfan también militarmente sobre los Parientes Mayores (1456) y comienzan a asentar, a través de los sucesivos Cuadernos de Ordenanzas, una relación fundamentalmente política, caracterizada por la igualdad y horizontalidad (al menos en teoría) entre los participantes, para la organización del territorio. Los linajes por su parte, gracias a sus alianzas familiares, quedan insertos en el nuevo modelo.