Guipuzcoanos al servicio de la Corona

El servicio a la Corona no se limitó a las armas. La pluma, es decir, la administración, fue un recurso muy habitual. El carácter hidalgo facilitaba el acceso a puestos civiles y militares en la Corte y en los cada vez más numerosos territorios a gobernar. Más allá de los centros de estudios superiores, como la Universidad de Oñati (1550) u otros en Navarra, se abrían escuelas de primeras letras y escribanías en numerosas villas. Amén de esta formación, ha de entenderse que la ocupación de cargos se debió en gran medida a las redes clientelares y de patronazgo establecidas por familias de origen guipuzcoano en la Corte. Por encima del individuo, se pensaba en términos de comunidad, una comunidad que empezaba por la “casa”, un ente que fusionaba linaje y solar y en la que cada miembro tenía asignada una función. Numerosos segundones, hijos varones que no iban a heredar, estaban destinados a diversas funciones, de forma que “la casa” medrase y adquiriese más honor y prosapia. Y entre estas posibilidades de medro, se encontraba la Corte, el principal de esos círculos concéntricos de la sociedad, junto a la casa, la villa y la Provincia. Así, “triunfar” en la Corte no es sólo prosperar económica y socialmente en la administración o las armas, sino acrecentar el poder y prestigio dentro de la familia, en su sentido más amplio, y de ésta en la villa y en la Provincia, y, a su vez, afianzar las instituciones locales y provinciales en instancias superiores.

El caso más notable en la administración es el de los Idiaquez. Varios de sus miembros llegarán a ser Secretarios de Estado y otros muy altos cargos. La ascensión no los desvincula de sus raíces. Por ejemplo, es un Idiaquez quien funda el donostiarra convento de San Telmo, y su nieto será el primer duque de Ciudad Real (lo que supone ser “grande de España”, título que sólo cien familias ostentaban), virrey de Navarra y capitán general de Gipuzkoa, ya a inicios del siglo XVII.

Palacio Floreaga, propiedad de Pedro Sánchez de Zuazola  (Azkoitia)
Escudo de Juan López de Lazarraga en la fachada del convento Bidaurreta (Oñati)
Sepulcro de Alonso de Idiaquez y Gracia de Olazabal (San Telmo - Donostia)


La primera vuelta al mundo



La primera travesía del Pacífico



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