Oiasso
La localización de la civitas vascona conocida en los textos clásicos como Oiasso, Oleaso y denominaciones similares, que durante mucho tiempo fue objeto de debate, ha dejado de ser un misterio. Las evidencias arqueológicas sitúan este núcleo urbano floreciente entre los años 70 y 150 de nuestra era en Irun, en la colina de Beraun, entre la iglesia y el ayuntamiento. Ocupaba un lugar privilegiado, sobre el estuario del Bidasoa, protegido de los peligros de la costa pero accesible por mar. Formaba, pues, parte de una ruta de cabotaje por todo el golfo de Bizkaia, y también de la vía romana que partiendo de Tarraco unía ambos mares, el Mediterráneo y el Cantábrico, a través de Ilerda y Osca (Lleida y Huesca).
Las excavaciones han dejado al descubierto sus muelles de madera y almacenes, su zona residencial y las correspondientes termas, además de multitud de pequeñas piezas pertenecientes a la vida cotidiana. El asentamiento urbano ocupaba unas 15 hectáreas y se le supone un plano regular. La necrópolis se extendía fuera de los límites urbanos, coincidiendo con una de las salidas principales de la población, en la zona de la actual ermita de Santa Elena. Todos estos restos dejan entrever la vida en una ciudad pujante dedicada al comercio: conservas de pescado, maderas, pieles, lingotes de plata, de plomo o hierro, además de productos obtenidos en territorios circundantes, centrarían las transacciones realizadas en el área del Bidasoa. Las operaciones serían gestionadas por un grupo social urbano dedicado al comercio. También existiría abundante mano de obra artesanal, libre o esclava, dedicada a trabajar el vidrio, el barro, el hierro, el pescado, a tejer, etc., tanto para la fabricación en serie con destino al mercado exterior como para abastecer el mercado interior. Y habría también una amplia base social de personal doméstico.
En el puerto de Oiasso se realizaban intercambios de rango regional. Por los registros disponibles, se comprueba que llegaban productos procedentes de la Ribera del Ebro y de La Rioja, del entorno de la ciudad de Saintes, al Norte de Burdeos, y también de otras zonas vinculadas al tráfico fluvial del Garona. Ocasionalmente, llegaban mercancías obtenidas en redes comerciales de largo recorrido, como géneros adquiridos en la Bética, Golfo de Narbona, Italia, Norte de África e incluso el Mediterráneo Oriental. Las importaciones, en términos generales, se cuantifican en un 30%.
La influencia de esta civitas alcanzaba, por lo menos, el Bajo Bidasoa y el valle de Oiartzun, conociéndose manifestaciones de ese período en el actual casco de Hondarribia, en las inmediaciones de la playa de Ondarraitz (Hendaia), en el monte San Marcial de Irun, en Jaizkibel y al pie del castillo de San Telmo, en la rada de Higer... Oiasso, además de por las razones estratégicas ligadas a su ubicación, adquirió importancia por la explotación minera en toda la comarca: Irun, Bera y sobre todo las minas de Arditurri en el Valle de Oiartzun, que desemboca en el puerto de Pasaia.
La decadencia de Oiasso va pareja a la de Roma. El reverdecer de la vida urbana, ya en la Edad Media, no se da sobre Oiasso, sino que es liderado por Hondarribia, dentro de otra lógica social y otros valores estratégicos. Esta decadencia o final se puede apreciar en la necrópolis de Santa Elena, en Irun, donde se encuentra un espacio de incineración (106 cuerpos) abandonado hacia el siglo IV, y recuperado como templo cristiano en el siglo X.
Más información en: “La época romana” (Colección Bertan) y en el Museo Oiasso (Irun)