Edad del hierro

Poblados amurallados

La revolución del Neolítico consistió en la domesticación de los animales y las plantas. Gracias a la agricultura y el pastoreo, las actividades ligadas al modo de vida nómada: caza, recolección, marisqueo, pasan a ser complementarias. La cerámica primero y la fundición de los metales después (cobre y bronce) afianzan el nuevo modo de vida sedentario.  En el primer milenio antes de Cristo se introduce el hierro, por influencia celta.

En esta época surgen los poblados amurallados en lugares altos, fácilmente defendibles y desde los cuales se controla el territorio circundante. En el interior de Gipuzkoa hay localizados ocho poblados de muy diferente tamaño e importancia y cuatro de ellos conforman una línea en el valle del Oria (ver mapa interactivo), es decir, en uno de los principales pasos entre el Occidente europeo y la Península Ibérica. Los restos hallados (cerámica celtíbera, joyas de tipología centroeuropea) confirman que ya existía alguna forma de comercio a larga distancia (ver galería de imágenes en mapa interactivo).
 

Mapa interactivo de los Castros de la Edad del Hierro en Gipuzkoa

Excavación arqueológica del castro de Munoaundi

Viviendas de la edad del hierro

En el interior de los poblados, casas de unos 60 m2, con diferenciación de espacios para personas, animales y almacenamiento, uso de diversos materiales y cercano acceso a agua -de fuente o de lluvia- permite pensar que se había alcanzado cierto nivel de confort.   

Recreación de un espacio habitacional en un poblado de la edad del hierro

Coexistencia de culturas

Pese a la importancia que llegaron a tener algunos de estos poblados, no se ha hallado ningún resto que denote influencia romana, por lo que posiblemente irían siendo paulatinamente abandonados y sus habitantes habrían descendido al fondo de los valles y hacia la costa antes de la conquista definitiva de la Península por los ejércitos romanos tras las guerras cántabras (años 29-19 a.C.).

Las investigaciones arqueológicas de los últimos 20 años ponen de manifiesto la coexistencia de esta cultura de castros con otra cultura que se expresa a través de círculos de piedras, cromlechs, de carácter funerario (ver área cromlech en el mapa interactivo anterior). En principio no tendrían por qué ser incompatibles, puesto que unos restos hacen referencia a los lugares de vida y otros a los de muerte; pero su no coincidencia geográfica, es decir, no hallar castros donde se hallan cromlechs (aunque tampoco se han hallado restos de vida de quienes los construyeron), y no hallar cromlechs en los castros (en los que no se han hallado restos funerarios), hace pensar que se trata de dos culturas vecinas pero diferentes. El área de cromlechs se interrumpe bruscamente en el valle del Leitzaran, en Andoain, desarrollándose entre este punto y las estribaciones de los Pirineos hasta las proximidades de Andorra, y se piensa que refleja la existencia de un grupo humano diferenciado al que puede identificarse con los vascones. Los poblados fortificados, por su parte, bordean la franja en la que están presentes los cromlechs, tanto en Gipuzkoa, (Buruntza en el mismo Andoain) como en Lapurdi, Baja Navarra o Zuberoa, ya al norte de los Pirineos.

Cromlech de Egiar (Oiartzun) Dolmen de Oamendi (Zerain) © S. C. Aranzadi Monolito de Mugarriaundi (Oñati) © S. C. Aranzadi Mapa interactivo de los Castros de la Edad del Hierro . Área cromlech
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