Presencia romana

Roma en el territorio

Con Roma entra Gipuzkoa en la protohistoria, esto es, el tiempo en el que fuentes escritas ajenas mencionan el territorio estudiado. La relectura de los textos clásicos greco-romanos a la luz de los restos arqueológicos que van apareciendo estos últimos años permiten hacernos una idea más clara de quienes habitaban el territorio y cómo vivían. La conquista romana no supuso una colonización sistemática del territorio, ni mucho menos, ya que el Imperio no tenía especial interés en él, a excepción de algunos puntos muy concretos; pero la influencia de su cultura acabó siendo imborrable. De hecho, la influencia indirecta por medio de los territorios vecinos es anterior, ya que Pompaelo se había fundado en el 76 a.C. y la importante ruta terrestre Asturica-Burdigala (Astorga-Burdeos) pasaba por la Llanada alavesa y la Burunda navarra (las monedas halladas en Ataun así lo atestiguan). 

Sin duda, Oiasso fue, en el siglo I , el gran centro romano en Gipuzkoa. En el estuario del Bidasoa, su puerto estaba protegido de los embates del mar en el punto de la costa atlántica más cercano al Mediterráneo, al que se unía por la vía terrestre Oiasso-Tarraco. Tras la conquista de Britania y Germania, adquirió mayor importancia por el aumento de tráfico marítimo atlántico.

Más información en:  “La época romana” (Colección Bertan).

Roma en el territorio

Declive y legado

El declive de Oiasso, a fines del s. II y principios del III, no supone la desaparición de la presencia romana de Gipuzkoa, sino el traslado de actividad a otras áreas urbanas, aunque de menor importancia que la que llegó a tener Oiasso. Así, se hallan restos de los siglos III y IV en otros puntos de la costa, como Donostia, Zarautz, Getaria, o del interior, como la explotación de la fuente de sal en Leintz Gatzaga, o los pastos de Urbia, en relación con la Llanada alavesa. Sí se aprecia por los restos, más toscos, una decadencia del comercio y una tendencia al autoabastecimiento, incluso una reutilización de las cuevas. Las vías de comunicación, sobre todo de la costa, se ven interrumpidas o al menos mucho menos utilizadas.

Pero el legado cultural romano es inmenso. Lo fue entonces en las técnicas de construcción, de minería, de metalurgia, y lo sigue siendo ahora cuando se manifiesta en cultivos autóctonos (vid, cereza, higo, ciruela…), en el calendario, en numerosos juegos y costumbres, en la propia lengua vasca, que toma del latín muchísimos vocablos, y en especial en la nueva religión, el cristianismo, extendida desde Roma.

 

Romanos aficionados al juego © Dolmen Mosaico procedente del puerto de Ostia Vendimia en un mosaico romano del siglo II

Zarautz: continuidad en el uso del espacio

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